"Te vas a divertir", eso fué lo último que me dijo madre cuando salía de la estación del tren. No creí necesario desconfiar de un campamento de verano. Así que entré en el vagón del extraño tren rojizo.
Un viaje al sur del país, en Santa Cruz, donde no sabía que mi familia conocían personas. no me importaba mucho, pero lo que me agradaba era que no iba de viaje ni con mi hermano ni mi primo.
El símbolo en sus lados me parecía extrañamente familiar, pero no recordaba de dónde. El viaje en el comienzo fue tranquilo, el transporte no tenia asientos, y viajabas parados alumbrado por un pequeño y débil foco. Con el tiempo se torno incomodo ya que comenzó a entrar mucha gente, tanta que costaba respirar, pero acostumbrado a viajar en el Sarmiento no me parecía nada de otro mundo.
El pánico comenzó cuando todo se sumergió en la oscuridad, el foco se apagó y todos comenzaron a desparramarse al ritmo del tren.
En el trajín me golpearon la cara, y comencé como es costumbre a sangrar por la nariz y en la oscuridad no podía tantear mi valija, como para limpiarme con algo. El turbulento viaje estuvo plagado de gritos, manotazos, golpes y chillidos. Sorpresívamente el vagón se detuvo en seco y agarré con todas mis fuerzas mi equipaje, atravesé como pude el umbral y me quedé cegado por el intenso sol, para encontrarme con una llanura amarillenta y con cabañas, algunos puertos y mucho arsenal béilco.
¿Qué cuernos pasaba en ese extraño lugar?
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Agasajete, llenemos este cuadrarito...
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1 comentario:
gracias por hacerte seguidor de mi blog! me alegra q te guste... ahora, entre tus escritos y los de rafa tengo más deleite...
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