Ayer, más o menos a esta misma hora, estaba hablando con Budina sobre escribir cuestiones personalísimas en en blog de cada uno ¿no?. Personalísimas me refiero a cosas privadas, que, con una buena vuelta de tuerca, algo de ingenio, impronta bloggera y viveza, puede resultar en un contenido, gordito y jugoso, de esos que cuando los cortas con el cuchillo chisporrotea de lo jugoso. Pues bien, así.
Algo divertido y veráz, que invite, además, a ustedes, mis lectores a que comenten, porque la verdad, que sus comentarios a veces dejan mucho que desear, déjense de joder che.
En fin, estoy medio distraído, estoy viendo el Gran Truco mientras escribo. Listo, terminó.
Ahora bien. intimidades... Intimidades... Intimidades...
Es complicado, aceptar la idea que las debilidades y temores ocupan un lugar más importante en la cabeza de la gente que las virtudes y fortalezas. Triste, pero real; debo admitir que para llecar a tener la personalidad actual y circunstancial que ahora poseo, transite una transformación... Radical si se quiere, para eso.
En esta ocasión, arranquemos por algo sencillo, el físico.
A mi no me agradaba mi imagen corporal, pese a que no tengo sobrepeso, tenia un complejo con mi cara. en realidad mi cara era un complejo, como un cuadro de arte abstracto o impresionista. Estaba desordenada, metamorfósica. Y, eso suena lógico, pues tenía en ese entonces 15 años.
Mi nariz es grande, let's face it. En una época (esa época) quería operarla, hacerla menos grande, más ajena en realidad. Pero me di cuenta (luego) que esa nariz prominente es en efecto, mi nariz, y es genial pues sin esa nariz no sería yo, si esa nariz mi cara sería otra, por ende, las cosas serian distintas.
Tuve acné, si, TUVE, ya no tengo, eso es lindo decirlo, pues mi acné era en realidad bastante feo, no por lo estético, sino que era infeccioso. SI, que asco, mi acné era un subtipo que en vez de salir en granitos se queda abajo de la piel infectando todo. Eso esa sumamente peligroso, pues en la cara hay pocos ganglios que controlen las infecciones y me podría agarrar una infección en el cerebro (justo que están de moda los ACV). Pastillas mediante y cremas, lo vencí, ahora me salen los granitos donde me corto cuando me afeito nada más.
Esas astillas eran una tortura. Puesto que había que sacar la infección al exterior, las pastillas me afectaba la regeneración cutánea, o sea, la piel se me secaba y no regeneraba, con lo cual las capas inferiores quedaban expuestas. Eso significa que tenia la cara en carne viva (pero con sutileza), me ardía muchísimo y la lista de los efectos colaterales eran más larga que de las patologías que trataba (según leí en el prospecto).
Hablé de barba, bueno, les mentí, no tengo barba. Mi barba es una mentira, es una excusa, es una lástima, mi barba son pelitos locos que salen de casualidad en el mismo lugar. Tengo menos pelo que copas internacionales tiene San Lorenzo.
Mi cabello siempre fue un desastre y mi vida sería mejor si fuera calvo.
Finalmente, odiaba mis aparatos. 4 años de ortodoncia, cargadas, cagadas a palos en base a esas cargadas (algunas ganadas, otras perdidas). Pero luego sucedió el milagro.
Alguna fuerza divina quiso que todos los tratamientos terminaran a la vez. Las hormonas hicieron que la fisionomía de mi cara alcance un poco a mi nariz. El tratamiento dermatológico terminó el mismo día que me corte el cabello de una manera que me favorecía. Mi barba quedó medianamente pareja a la altura del mentón y mi ortodoncia terminó el mismo día que el tratamiento dermatológico.
En fin, de Domingo pa' Lunes quedé presentable y es la imagen que me acompaña al día de hoy. Y ♫ Es la vida que me alcanzaaaaaaaaaa ♪
NOTA: naif + ternura + hacerse metalero = irresitibilidad