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lunes, 11 de enero de 2010

Capítulo VII: Bautismo de fuego

Me figuraba escenas de películas, cuando alguien tomaba el picaporte y asimismo la puerta era golpeada por el otro lado.
No quería averiguar que o quienes estaban del otro lado. Vacilé, pero aun así abrí la puerta y allí habían dos mujeres paradas con la mirada vacía, como esperando que les hable, las miré fijamente por un instante y en ese preciso momento me empujaron, caí sobre ellas al suelo y escuche por vez primera el sonido de un arma dispararse. Imaginé que seria un "bang" como en las películas, pero no podría ser mas distinto. Suena como el ruido que hacen las máquinas mecanográficas de hace un siglo. "Taca taca taca taca taca...", volteé y me sorprendí al ver a los 5 con sus armas desenfundadas, los cargadores vacíos cayendo al piso y un ligero humo blancuzco saliendo del cañón. Giré nuevamente para ver a lo que ellos habían disparado para encontrarme con un grupo de 10 personas con chalecos como los nuestros, pero de color rojo, tirados todos muertos en el suelo.
-Pensé que habías visto al computador antes de abrir, ironizó el negro, había puntos rojos cuando golpearon.
Me sentí nuevamente como un idiota, y cada vez más desvalorizado como capitán. Traté de idear lo más rápidamente una idea brillante como para aprovechar este descubrimiento; no solo monitorea nuestra posición, sino también la de los del equipo contrario.
-Tengo una idea, dijo Mónica, si hay alguna forma de meter ese programa en el GPS que guardé en mi ropa interior cuando arribamos.
-Yo me encargo de eso, aseguró Alejandro.
Por mi parte, junto con los demás que no estaban en la computadora, revisamos los cuerpos, y encontramos munición genérica para las armas y además dos de ellos tenían en su poder dos PSG-1 de alta precisión con municiones, los cuales tomamos.
Estaba seguro que a partir de ese momento, el grupo sufrió un cambio, sus miradas ya no eran las mismas, habían perdido "ese" miedo agobiante, sino que ahora ellos estaban a la altura de la situación y nada se interpondría entre ellos y su libertad.

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